Arte
Según Heráclito “todo fluye, nada permanece”. Esa frase podría aplicarse (aunque de manera exagerada) a los tiempos que corren donde el interés está puesto en lo breve, en lo fugaz, en lo superficial; se prioriza el fragmento por sobre la totalidad. Ejemplos de ello son los tweets, las historias de instagram, el zapping, la cultura snack. Hoy todos somos productores y receptores, a la vez, de imágenes y contenidos. Se viralizan en las redes infinitamente e invaden nuestras vidas.
Estamos siendo bombardeados por imágenes y por información de manera constante. Y esa eclosión es tan grande que apenas lo podemos notar. Así como el pez ignora el agua en la que nada porque es todo lo que lo rodea, nosotros estamos imposibilitados de ver esa trama, esa red, ese palimpsesto donde se inscriben y se acumulan unas tras otras las imágenes y la información que cambia continuamente. No podemos profundizar en nada, los tiempos corren rápido y nosotros también. Acumulamos imágenes, fotografías, stickers, memes y recuerdos en nuestros dispositivos, en nuestras computadoras, ¿y en nuestras mentes? y los olvidamos rápidamente. Casi Al instante se convierten en un pasado lejano. Vamos a gran velocidad consumiendo y produciendo imágenes, una tras otra. Todo es veloz y confuso. Un ruido constante nos invade pero a la vez se vuelve imperceptible, casi invisible como el agua en la que nada el pez.